Descripción
Prólogo 9
Discurso Primero
Los dioses 11
Discurso Segundo
Humboldt 59
Discurso Tercero
Thomas Paine 75
Discurso Cuarto
Individualidad 103
Discurso Quinto
Herejes y Herejías 125
Discurso Sexto
Los espectros 151
Prefacio 151
La ciencia acabó con la superstición 154
Discurso Séptimo
La libertad del hombre, de la mujer y del niño 191
Libertad de la mujer 207
La libertad de los niños 216
Conclusiones 229
Discurso Octavo
Sobre la agricultura en Illinois 233
Discurso Noveno
¿Qué debemos hacer para salvarnos? 255
Prefacio 255
I. Lo que debemos hacer para salvarnos 258
II. El evangelio de Mateo 264
III. El evangelio de Marcos 271
IV. El evangelio de Lucas 274
V. El evangelio de Juan 276
VI. Los católicos 279
VII. Los episcopales 283
VIII. Los metodistas 284
IX. Los presbiterianos 287
X. La alianza evangélica 289
XI. ¿Qué propones? 291
Si hay un hilo conductor en los ensayos del gran abogado y orador Robert Ingersoll, figura a la que el mayor escritor de Irlanda, James Joyce, pone al nivel de Gautama y de Jesús en su colosal Ulises, es, sin duda, la defensa acérrima de la Libertad, en todas sus manifestaciones. En sus obras encontramos el afán sincero de crítica contra toda forma de totalitarismo, sea político o religioso, contra toda forma de esclavitud del hombre y su razón, siempre con un estilo sencillo, mas que brilla con luz propia.
Es, no obstante, contra la religión cristiana como arremete con mayor contundencia. Gran parte de sus ensayos, de estos y de los demás firmados por su pluma, se enfrentan con decisión y genialidad a la esclavitud mental que pretende el cristianismo en todas sus formas y sectas. No ataca en ningún momento a sus creyentes honestos, a aquellos que viven de acuerdo a los bellos principios del amor que propugna su fundador, sino a aquellos que tacha de “hipócritas”, aquellos que pretenden esgrimir su religión como herramienta de control sobre los demás. Lo que más le horroriza de este sistema de creencias es la doctrina del pecado y de la condenación eterna, ideas ambas capaces de hacer de la tierra un verdadero infierno de angustia y terror.
Hoy, la reedición de estos ensayos es más necesaria que nunca, por su terrible actualidad. La razón humana se encuentra nuevamente (o “todavía”) esclavizada. Algunos de los amos actuales son nuevos –las urnas y los laboratorios–; otros siguen siendo los mismos: la religión fanática, sea bajo su forma romana o similar, sea bajo la media luna. Si Ingersoll hubiera vivido hoy, sabemos qué habría dicho de una Iglesia que sigue teniendo más poder que el que seguramente habría querido Jesucristo, o de una religión que pretende imponerse a fuerza de cuchillo y bomba. Mas, ¿qué habría dicho de las mayorías tiránicas que imponen en las urnas su visión del mundo sobre la minoría, con un autoritarismo más peligroso e irrefutable que el de los reyes de antaño por su carácter incontestable, por “emanar del pueblo”, por reflejar “la opinión de los muchos”? ¿Qué habría dicho de esa ciencia que se ha convertido en la heredera ideológica del cristianismo, que ha terminado por pisotear todo lo imperceptible por los sentidos, y que va camino de acabar con su “objetividad” con lo más bello y propio de las personas en su defensa de una razón “unidimensional”: su humanidad, sus sentimientos? ¿De esa nueva Inquisición que, con los hechos empíricos como libro sagrado, impone una única forma de vida en aras de la “salud pública”, del “progreso” y del “conocimiento”? ¿Qué habría opinado de los principios políticos de la derecha y la izquierda que hoy son dogmas incuestionables, y que pueden costar el empleo e incluso la libertad a todo aquel que se atreva a alzar la voz para sugerir otra opinión?
Vivimos, sí, en una época en la que hace falta más lucha por la libertad. Vivimos en una época en la que hacen falta más Ingersoll. Ojalá estos ensayos contribuyan a despertar a más de ellos.
Jonathan Marqués
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