Descripción
He de confesar que la primera vez que me fijé en la ortodoxia, me pareció una tradición difícil de penetrar y además, la palabra ortodoxia me asustaba un poco; pensaba que si la Iglesia Romana era tan jerárquica y rígida en muchos temas de doctrina, una tradición que se definía como ortodoxa debía de ser aún más rígida; pero me di cuenta más tarde, de que estaba tomando como referencia a la Iglesia de Roma y al hacerlo estaba creando un prejuicio.
La visión superficial de la ortodoxia por parte de un protestante occidental, suele ser, o al menos en mi caso lo fue, algo así como en esas ocasiones en las que conoces a alguien por primera vez, pero que a pesar de no conocerle, no te despierta mucha simpatía, algo así me ocurrió con la ortodoxia, no hubo un “enamoramiento a primera vista”.
Cansado pero acostumbrado a la superficialidad occidental, una liturgia tan compleja como la ortodoxa se me antojaba como un exceso de teatralidad; no capté el profundo lenguaje simbólico de cada acto y de cada gesto.
Al contrario, su monaquismo es profundamente espiritual y en contacto con los creyentes, su función en la ortodoxia es la de un liderazgo espiritual que de algún modo, tenía que darle sentido al conjunto y eso me intrigaba. Esa intriga, hizo que me esforzara un poco en comprender mejor la tradición ortodoxa y fue el inicio de un proceso en el que fui seducido.
Pretende facilitar, a quien se encuentra con la ortodoxia y siente deseo de conocerla, una primera aproximación a la tradición ortodoxa y hacerlo desde la perspectiva de un occidental, con lo que ello implica.
No es fácil para una persona de mentalidad occidental, entender la ortodoxia “a las bravas”, pues vamos a observar a la ortodoxia con la mente occidental y eso no ayuda.
Hemos asimilado el relativismo que nos conduce a lo que el sociólogo Bauman describe como Modernidad Líquida, en la que la acción más comprometida con una corriente de pensamiento o de espiritualidad, lleva a la gente a gastar dinero en merchandising, pero en escasas ocasiones un interés real en formar parte real de una tradición.
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